Si hay algo fundamental en una startup es medir qué tan bien tu producto cumple con las expectativas de los usuarios y si logra mantenerse como parte de su vida: eso se hace midiendo la retención. Punto. Es uno de los indicadores clave de product-market fit, que muestra si las personas no solo prueban tu solución, sino si regresan y la usan de manera recurrente. ¿Y dónde impacta esto? Directamente en los ingresos, sostenibilidad del negocio y tu capacidad de escalar, ya que adquirir nuevos usuarios es mucho más caro que mantener a los existentes.

Pero un problema que veo en varias startups e incluso analistas de fondos es que la retención no se mide en una sola instancia porque el comportamiento de los usuarios cambia con el tiempo. Una sola medición no captura esta evolución ni permite tomar decisiones estratégicas informadas.
Tomar periodos de medición permite identificar patrones de comportamiento, detectar posibles puntos de abandono y optimizar la experiencia de usuario. Por eso la retención se mide a través de timeframes específicos, que podemos estandarizar en los primeros 30, 90 y 365 días.
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