Criticar ES pensar

“Edulcorado”. Eso es lo que se me viene a la cabeza cada vez que leo sobre decisiones políticas en los últimos tiempos en Argentina. Sabés que no es azúcar, sabés que hace mal, pero le tiras el sobre de químicos, porque no tenés la voluntad de dejar de ponerle dulce a las cosas.

En un giro muy Kirchnerista de eventos, la cabeza intelectual del Pro llamó a dejar de criticar. Porque criticar es malo. Malo. Muy malo. El pensamiento crítico no nos hace bien. Tomá tu dosis de SOMA, a ver Bailando por un sueño y dedícate a algo parecido a la felicidad inducida por químicos.

Lamento decirte, querido Alejandro (recordá aquella vez que te defendí cuando te descontectualizaron), que el pensamiento crítico es el primer paso hacia el progreso.

Si no observo que algo está mal -ergo: criticar- no puedo mejorar aquello que estoy evaluando.

Yo a mis hijos les enseño a dudar. De lo que creen que saben, de lo que otros le dicen. Sin el pensamiento crítico podrían dejarse influenciar y convencerse de que una idea terrible es buena. Ya sabemos cómo termina eso.

Cuando Galileo observó el movimiento de los astros y tuvo prueba de que la tierra no era el centro del universo criticó el Statu Quo Aristotélico y planteó un modelo nuevo, con un costo personal enorme. Al papa Paulo V no le gustaba la crítica.

Y es natural. Cuando uno hace se expone. Son las reglas de juego. Junto con los atributos presidenciales y las obligaciones de liderar el ejecutivo -con todos los beneficios que eso conlleva-, viene una exposición a la crítica.

Como todo en la vida, son diversas las actitudes que uno puede tomar. Puedo tomarlo como algo personal, tener la profundidad intelectual de un charco y cerrarme a ello. O puedo escuchar, entender y hasta aprender (¡y corregir!) en base a lo que critiquen.

No me cabe la menor duda que, en el país de la grieta (que, oh, ¡casualidad! es parte de un mundo dividido) el gobierno recibe una innumerable cantidad de críticas de corte netamente negativo. Pero hasta de esas se puede aprender algo. En el peor de los casos a ver el mundo a través de los ojos de los opositores. En el mejor de los casos hasta puede haber puntos válidos en esas críticas.

Como bien dijiste, Ale, la crítica sola no sirve para nada. Pero es germinal para todo lo otro maravilloso del pensamiento: la creatividad, el esfuerzo, el razonamiento. No se puede ser creativo o mejorar algo que uno considera perfecto. Además déjame contarte que ustedes están en la posición ideal para hacer a partir de la crítica, los votaron para eso.

Cerrarse a la crítica, descartar todo pensamiento opuesto al nuestro solo porque es opuesto es un camino muy peligroso. Uno que ya vivimos hace poco.

¿Cambiamos?

Calico: la aventura de Google en ciencias médicas

La óptica de Ray Kurzweil y su deseo de no envejecer y no morir me parecen bastante estúpidas.

Desde un punto de vista filosófico no puedo más que preguntarme la razón por la que alguien quisiera vivir para siempre. La certeza de la propia mortalidad le da significado a la vida.

Pero, más importante que eso, se suficiente de biología (sin ser un experto) como para comprender que nuestros organismos llevan billones de años de evolución basada en la caducidad, en tener un vencimiento. Si uno creyera completamente en la teoría del gen egoísta –que considera que las formas de vida más evolucionadas son poco más que transportes de genes que buscan perpetuarse a si mismos– la idea de la inmortalidad se lleva a las patadas con nuestra partícula de información biológica más ínfima: el ADN.

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Periodismo: la pregunta

painting question_mark_lgCreo que pasé más tiempo con comunicadores que con gente de cualquier otra profesión.

Durante mis años en la facultad compartí una casa con dos estudiantes de comunicación social –de la UNQui, una especie de subsede extraoficial de la misma carrera en la UBA–. Entre picados de futbol y fiestas no faltaban conversaciones acerca de Heidegger, Horkheimer, Benjamin. También me filtraba como oyente en las clases de Becerra u otras que me resultaran atrayentes.

Más adelante, ya como “profesional” (si, el entrecomillado quiere decir lo que interpretan) también hube de compartir con comunicadores o periodistas. Muchos de mis mejores amigos ejercen profesiones relacionadas.

El rol del periodismo en la sociedad, el “periodismo digital” (WTF is that!?), “blogs vs. periodismo” (un cisma que no termina de morirse de una buena vez), los intereses de los medios, el periodismo militante, la decadencia del formato papel, la aparente inhabilidad de los sitios web de noticias de volverse económicamente sustentables. El periodismo de datos. La neutralidad. A/B testing para periodistas.

La verdad“.

Todas esas son argumentaciones o problemas que se plantean cotidianamente en el meta-universo comunicacional.

Sin embargo hay una pregunta que, creo, jamás escuché de boca de comunicadores, periodistas o profesores. Y es una que considero central al rol.

Hace ya un tiempo, Laureana Bonaparte levantaba el avispero en este mismo blog con un excelente post acerca del talento y las agallas de algunos periodistas –citaba el caso de la Rolling Stone-.

Pero hay algo que precede. Algo primordial. Algo que logra que el talento surja, que se pueden hacer de tripas corazón e ir para adelante. Aún tocando intereses muy por encima de los del simple reportero. Algo que no tiene en cuenta el modelo económico o la distribución del contenido, o si el periodismo es digital.

Algo que hizo que Sebastian Junger y Tim Hetherington se embarcaran al lugar más conflictivo de Afganistán. Algo que condujo a Hetherington a una muerte temprana durante la guerra civil Libia (hace poco más de un año, pero parece un siglo).

No importa si tu interés son los libros, la gastronomía, los viajes, la economía, la política, los conflictos internacionales. Tiene que haber una sola pregunta programada en tu ADN de periodista:

¿Siento curiosidad?

¿Cómo se puede viajar por Latinoamérica económicamente? Curiosidad.
¿Qué hay detrás de las políticas de estado? Curiosidad.
¿Cómo es la vida de un pelotón en el frente de batalla en Afganistán? Curiosidad.
¿Cuál es el impacto de las redes sociales sobre la audiencia televisiva? Curiosidad.

¿Trabajás en una editorial refritando notas? No sos periodista, sos administrativo. ¿Estás detrás de la comunicación de una personalidad pública? No sos periodista, sos operador. ¿Reproducís los mensajes verticales de la facción a la que pertenecés? No sos periodista, sos un operario.

Si te pica el bichito y hay preguntas que crees que deben ser respondidas, tenés muchas chances de que, en la era de la comunicación sin fricciones –ya no de la reproductibilidad técnica– puedas encontrar una audiencia interesada.

Todas las preguntas del tercer párrafo de esta entrada son interesantes. Si, las cosas cambian, los medios y su rol cambian. La forma de publicar, los estilos y los temas cambian.

La curiosidad permanece.

Sobre el autor: Esteban Glas no es periodista. Pero es curioso. Escribe semi-regularmente en Redtacora y twittea un poco más regularmente desde @estebanglas.

De emprendedores y percepciones

Los que trabajamos en relación directa con la tecnología estamos enviciados. Cuando alguien menciona las palabras “emprender” o “emprendedor”, nos viene a la cabeza la imagen altamente sofisticada de Silicon Valley. VCs, Angel Investors, Exit Strategies, planes de negocios, IPOs.

Pero eso representa una porción menor del universo emprendedor.

El tipo que pone una panadería es tan emprendedor como el que funda una startup tecnológica, obtiene y la vende tras obtener sendas rondas de inversión. Pero del panadero no se escriben notas, o no se lo invita a la radio, tal vez por considerarlo más cotidiano, menos exótico o menos importante/interesante.

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Erase una vez, la utopía que no fue (ni será)

“Quiero un millón de Fans en Facebook”

“Necesitamos impacto, pero no hay presupuesto” (lease “haceme un ‘viral’”)

“Pero la competencia tiene una cuenta en Twitter”

El decálogo de solicitudes que se inician con frases como estas es más largo que el listado de sitios porno disponibles en internet.

El serio problema es un profundo desconocimiento –por un lado–. Y una profunda necesidad de facturar –por otro–.

La explosión de la burbuja de las .com allá por 2000 (ten lejano y ten cercano 2000) trajo como cola inesperada una serie de nuevos ideales de marketing muy promisorios y optimistas. El marketing debía ser conversacional, amistoso, honesto. Todo sonaba tan promisorio y optimista como el comunismo. Interesante como teoría, impracticable en la realidad.

El Stalinismo del mercadeo redundó en formas más perversas de promoción. Tal como si se tratara de la Bolsháya chistka, las buenas intenciones fueron enviadas a Siberia. En lugar de ellas quedó un Komsomol fundamentalista y embobado sin asidero en la realidad.

La verdad simple y pura es que la interrupción vende mucho más que una conversación; una publicidad en medio del programa de TV, un banner gigantesco que tapa el –otrora sacrosanto– contenido de un diario. Esas cosas funcionan.

Claro, todos sabemos de algunos buenos casos de marketing en redes sociales: originales, llamativos, eficaces. Pero no llegan a ser ni el 5% de las experiencias promocionales en los nuevos medios, (que, dicho sea de paso, ya tienen más de 10 años, y llamarlos “nuevos Medios” es como el decirle Bebé al grandote boludo de 32 años que todavía vive con Mamá), la ley de la mediocridad aplica como a todos los aspectos de la vida.

La simple regla es: independientemente de la industria: siempre va a haber un 5% sobresaliente, un 60% mediocre y un 35% malo.

Toca entonces hacer una revisión de realidad.

  • No todas las marcas pueden ser aspiracionales. No importa cuanto pataleen los gerentes de Marketing.
  • No, ni siquiera esa marca china de papel higiénico.
  • Las estrategias en redes sociales basadas en “fans”, “likes”, “blah” no sirven. Al final del día si no hay un número en dólares puros y es todo pólvora en chimangos. Si solo el 1% del millón de fans en facebook que me forjé a base de –ahem– comprarlos convencerlos “interactúa activamente” con la marca… bueno… –insertar métrica tirada de los pelos aquí–.
  • El branding no se hace en redes sociales. La campaña de Old Spice fue brillante. Pero sigue siendo un perfume de viejos. (Si, las ventas crecieron 107%… hasta que se acabaron los cupones de descuento y volvieron a números “normales”)
  • Existe una cantidad limitada de atención que la gente quiere y puede dedicar a la publicidad. La atención se vuelve más y más un recurso escaso. Lo que nos lleva de nuevo a:
  • La interrupción es una excelente forma de capturar la atención.

En Minority Report la gente atraviesa millares de estímulos completamente personalizados sin prestarles la menor atención, eso mismo sucede con la web.

Mezclemos interrupción, personalización e interacciones sociales. El escenario se vuelve algo muy similar al infierno. A medida que crecen los umbrales de aceptación colectiva de intromisión en la privacidad e inserción de pautas publicitarias el abuso se vuelve inevitable.

¿Alternativas? Ninguna. Simplemente es la dirección en la que corre el río.
Habrá algunos creativos publicitarios geniales que creen pautas brillantes, tomando ventaja de la masiva intromisión, pero la regla general va a ser un abuso poco feliz de herramientas otrora pensadas para otra conectar gente pero reconvenidas muy apropiadamente para beneficio de los publicistas.

Mientras tanto se puede aprender. El millón de fans en facebook, los seguidores en twitter, lo que hace la competencia, tienen muy poco valor para las marcas sin una real estrategia que apunte a ir un poco más allá del superficial mercadeo.

Todo eso mientras esperamos, tal y como dice Ze Frank, a que la internet no sepa bien que hacer con nosotros excepto intentar hacernos felices, mostrándonos publicidades que amemos ver de cosas que realmente queremos y podemos pagar.

// mantra// Por @estebanglas quien no es nadie, no se dedica a nada, prácticamente no existe. Amén.

Sobre pérdida de know-how y marcas que no saben conversar

Cuando lo conocí a Mariano yo ya trabajaba para Lenovo, luego de varias posiciones había logrado ubicarme dentro del equipo que ejecutaba marketing digital para la empresa, más específicamente en dos áreas: métricas y social media.

Desde ahí tuve la oportunidad de dar forma a parte de la estrategia global de la empresa en cuanto a blogs, redes sociales y afines. Una de las primeras cosas que aprendí fue como manejarme con clientes iracundos. David Churbuck, por entonces mi jefe, tenia muy en claro el poder de las multitudes descontentas y no quería que Lenovo tuviera su propia versión del “Dell Hell“.

En una de nuestras primeras conversaciones con Mariano surgió el tema de el servicio. Me contó que a pesar de ser fanático de las ThinkPad (en particular de las T-series) había pasado a Mac después de una horrorosa experiencia de soporte. Por más que insistí no pude convencerlo de volver.

Ahora resulta que me toca vivir la experiencia en carne propia. Y con sazón.

Podría repetir toda mi experiencia catastrófica paso a paso, pero la verdad es que me aburre hasta a mi. Para hacerla corta: hace 4 semanas que tengo mi T410 en reparación. Lenovo me contactó una sola vez en todo ese tiempo para darme un estimativo errado de tiempo. Toda la otra información que poseo fue por “molestar” a gente de dentro de la compañía.

Ante la frustración hice lo que cualquier ser humano normal haría: protesté por twitter <guiño>.

@Lenovo_Latam se contactó primero para pedirme que no confronte (Tweet borrado, aqui me respuesta) y que llame al teléfono.

Acá parte de la conversación (lamentablemente varios tweets de @lenovo_latam han desaparecido ya, Leer de abajo hacia arriba).

Screen shot 2011-01-21 at 4.48.48 PM

Cuando me contacté con ella por email le sugerí que era una mala idea confrontar con alguien en público.

Hasta ahí nada demasiado complejo más allá de un manejo sub-ideal.

Lo interesante es cuando la persona detrás de la cuenta @belendp, comienza a hacer comentarios en su timeline mientras conversaba conmigo por @lenovo_latam. Arrancó con un “El cliente no siempre tiene la razón” la dejé pasar, luego vino lo que sigue (leer de abajo hacia arriba):

Screen shot 2011-01-21 at 4.54.56 PM

Resumen:

  • 4 semanas sin reparación.
  • Falta de comunicación proactiva por parte de la empresa.
  • Respuestas inapropiadas por parte de la cuenta oficial.
  • Comentarios desubicados por parte de la persona detrás de la cuenta oficial.

Lo más irónico del caso es que se haya perdido el know-how de como manejar este tipo de situaciones en Latino America desde mi partida hasta ahora. Eso abre una pregunta mucho más importante que esta completa estupidez: porque es que las empresas, ya que no pueden retener al personal, no hacen un esfuerzo en retener el conocimiento al menos.

Finalmente: la T410 será mi última ThinkPad. Soy fanático de la marca. Me parecen tanques de guerra que le he recomendado a, al menos, 20 personas (que compraron). Pero ya no más. El que tenga una buena recomendación (Maqueros abstenerse) me la acerca por twitter a @estebanglas.

PD: Lo publico en Uberbin porque se que no soy influyente. Pero tengo amigos que si. :)

Post de Esteban Panzeri Glas, un poco-influyente tipo que nunca laburó para nadie, no ganó ningún premio y no sabe nada de todo esto.

Fallo entubado

Pocas cosas me causan tantos sentimientos encontrados como las leyes de propiedad intelectual. Por un lado considero que los creadores de contenido deben recibir una compensación justa por su trabajo, por otro lado estoy convencido de que:

  • Aplicar conceptos de la época de la imprenta al universo digital es irracional
  • La extensión de los derechos a través del Mickey Mouse Protection Act Copyright Extension Act sirve solo para subsidiar a empresas o herederos de derechos hasta la eternidad (lease: generar larvas)
  • La sobre-protección de derechos atenta contra la creatividad y el avance de las ciencias y las artes

También es cierto que ver las actitudes idiotas de discográficas y otras empresas poseedoras de derechos (empresas que no crean nada mas que empleo para ejércitos de abogados) se ha convertido en una forma de entretenimiento en si mismo. Cuando hace un par de años nos enteramos de que Viacom (dueña de CBS) llevaba a YouTube a juicio por infringir derechos (PDF) sabíamos que era uno más de los intentos de la “vieja guardia” por permanecer en la cima, no a ase de innovación o contenidos sino por fuerza de litigios.

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Se puede medir el poder de Google?

Una de los subproductos del tiempo de la hiperconectividad es que las líneas entre cosas antes bien definidas se hacen cada vez más borrosas y terminan por desaparecer completamente.

Los datos que otrora solo pertenecían a las personas (y a los gobiernos) ahora están más y más en manos de empresas. Y no me refiero solo a los datos que comparten los usuarios de manera consciente, sino a la información que arrojan los perfiles basados en la actividad online. Podría arriesgarme a decir que empresas como Google o Facebook deducen cosas que ni los propios usuarios saben de si mismos (al menos en cuanto a habtios de consumo on-line se trata).

Y son justamente Google y Facebook las dos empresas que estan en el ojo de la tormenta por temas de privacidad.

El caso de Facebook es de opt-in, por ponerlo de alguna manera, pero Google no, ésta tiene presencia en un altísimo porcentaje de sitios en forma de publicidad, herramientas de trackeo (Analytics) o cualquier otra de la miríada de ofertas que tiene Google. Es el ojo que todo lo ve.

Es interesante ver cómo los gobiernos y sistemas judiciales acuden cada vez más a Google con pedidos de takedown o de información. El caso particular de data requests es llamativo dado que se trata de data que ni siquiera gobiernos con un presupuesto de Inteligencia enorme poseen.

Si hacemos la concesión que poder puede ser interpretado como influencia + capacidad de controlar el medio uno no puede sino sentirse un poco abrumado ante el potencial poder de Google. Tomemos solo dos aristas de las actividades de la empresa:

  • Una búsqueda tiene impacto económico y social según el órden en que se presenten los resultados, y
  • Si el “conocimiento es poder” Google tiene data centers llenos de ello.

Con ello podría ejercer presiones y esgrimir influencias si la necesidad se presentase.

El motto “do no evil” no tiene en cuenta que las empresas están hechas de humanos, que pueden ser tentados. Más aún quisiera ver donde quedaría la frase el día que la empresa se vea en un aprieto financiero u económico. Mientras el cash flow es positivo y abundante todos somos Ghandi.

Ahora yo no creo que, como dice Peter Kirwan de Wired los Gobiernos Vs Google vaya a ser la 3ra guerra mundial. Pero si se ve venir una ola de regulaciones sobre no solo la actividad de Google sino de todas aquellas empresas que posean datos de los usuarios (en especial las que los obtengan sin que medie un opt-in explícito), y donde Peter si tiene un punto válido es en que las empresas que trabajan altamente reguladas tienen menos márgenes que aquellas que operan en medios desregulados.

La herramienta de Government Requests (linkeada más arriba) hiede a Relaciones Públicas. Mi interpretación es que Google está mandando un mensaje del estilo “estos hipócritas nos mandan una carta (pdf) preocupados por la privacidad cuando ellos mismos nos piden los datos“. Si hay algo que conviene en cualquier disputa es parecer el bueno de la película.

La lucha para permanecer sin regulación va a ser una de lobbys y PR.

Lo cual nos lleva de nuevo al “Do no Evil”. Me pregunto que pasará con eso el día que los márgenes se achiquen y la acción ya no tenga un valor infititamente más alto que las ganancias, ¿arriesgarán algo de los datos su alma para hacer presión sobre los tomadores de decisiones? Pero Google tiene una debilidad y es que existe un intermediario entre ellos y el público: los ISPs. Y si los reguladores gubernamentales sirven de algo deben asegurarse de que así se mantenga. Le haría muy mal al libre mercado que una sola empresa pueda ser dueña de grandes partes de la experiencia web end-to-end.

Por Esteban Panzeri Glas, reportando desde la Clandestinidad mientras Mariano se da la gran vida en Miami.

HP se compra a palm

En una jugada que se veía venir HP vuelve a buscar insertarse en el mercado de los Handhelds comprandose a Palm por 1.2 billones de dólares.

Va a ser interesante observar que hace una empresa que ya fabricó dispositivos móbiles, semi-abandonó la práctica y ahora se compra a Palm, que fué punta de lanza en el mercado pero que perdió momentum e innovación.

Sería interesante que HP hiciera una unión de lo poco que le queda de ingeniería para tales dispositivos, los uniera con lo que vayan a dejar en pie de palm, los aislen del resto de la compañía (como IBM hiciera con PCD en su momento) y usen el enorme poder de distribución y partners de la empresa para mover un mercado que necesita de jugadores innovadores y poderosos.

Directo de las fuentes: DocumentCloud

Frases del estilo “una alta fuente del gobierno me confirmo” han sido una muletilla constante en notas periodísticas desde hace muchos años. A veces usadas por los periodistas para darse importancia, esas frases daban a entender que existían pruebas documentables detrás de lo que se estaba reportando.

Si bien en Argentina en los últimos años la verificación de las fuentes (y de los datos) es una costumbre que parece caer en desuso, la validez de la información que se brinda depende -en muchos casos- de la veracidad y confiabilidad de as fuentes. Es la gente que informa a los periodistas lo que mantiene, entre otras cosas, a los medios como algo diferenciado de los blogs. Pocos bloggers dicen “mis fuentes me informan… “.

Todo ese universo de información en crudo sigue perteneciendo a un sub-mundo, al detrás de escena. Poco sabemos de quién provee qué información. Hasta cierto punto es la propia naturaleza de la fuente la que ha hecho que sea así, pero han sido los medios los que más energía han puesto en que solo llegue al público el contenido pre-masticado.

Irónicamente es una iniciativa impulsada -en parte- por el New York Times la que promete cambiar esto. La idea de la que poco se sabe (y que poco ruido viene haciendo por ahora) es Document Cloud.

Document Cloud, para decirlo lisa, simple y brutalmente, pretende ser un repositorio indexado y colaborativo de documentos originales. Lo interesante es que la gente que lo ha pensado planea desarrollarlo no solo como un servicio sino también como un set de estándares.

Si a todo esto le sumamos una alianza estratégica con “Open Calais” de Reuters la cosa se pone cada vez más interesante.

Por ahora está en fase de Closed Beta para unos pocos y selectos Medios.

Open Cloud promete revolucionar el “backend investigativo” del periodismo. ¿Podrá lograrlo?

[Antes de que acusen a Mariano por su baja en la calidad narrativa de Uberbin les comento que esto lo escribió Esteban Panzeri]

Los Guardianes

Nota: Mariano está de paseo por San Francisco. Bien por el. Mientras tanto hay que evitar que Denken Über caiga en silencio. Y cosas para hablar sobran.

Hace menos de un mes leía un artículo de Dave Winer (si, ese, el que inventó el RSS) donde habla de los “Gatekeepers”:

[Los humanos] luchan por llamar la atención. Solo unos pocos la obtienen. Y de esos pocos tan solo un puñado se hace de suficiente poder como para controlar quienes pueden llamar la atención. A esta gente se la conoce como gatekeepers (guardianes).

[…] No hay demanda para guardianes. De hecho hay demanda negativa. Porque una vez que un guardián comienza su trabajo el resto de nosotros empieza a pergeñar formas de evadirlos.

Como es de esperarse Dave Winer no se refería a la Argentina o a esta “ley mordaza” que ha salido a la luz. Sin embargo el concepto aplica de manera perfecta.

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CoTweet: Tweeteando desde las entrañas corporativas.

CoTweet logo Usar Twitter desde una empresa no es una tarea fácil. Puede parecerlo a primera vista, al fin y al cabo, el uso personal de twitter es algo que cualquiera puede hacer sin pensarlo ni una décima de segundo. Pero cuando se tiene que hacer desde una corporación las cosas se complican bastante. Por varias razones.

Por lo general una empresa no va a querer tener una sola cuenta de Twitter, sinó varias. En el caso de Lenovo tenemos cuentas “sociales” y cuentas “comerciales”. Es decir: desde un usuario de twitter publicamos ofertas, cupones y cosas por el estilo y desde otro usuario publicamos novedades de la empresa, nuevos productos, posts, reviews.

Sumemos a eso las cuentas regionales o por país.  Trabajando desde una posición global fomentamos el uso de herramientas sociales por parte de las geografías. Claro nos gusta mantener un ojo sobre lo que pasa también, porque mas veces de las que se quiere aceptar las cosas se salen un poco de control.

El último factor a tener en cuenta desde la empresa es el soporte. En cualquier medio que los usuarios colonicen vamos a poder ver reclamos, consultas, dudas y todo tipo de demandas hacia y acerca de nuestra compañía. Ya sucedió con los blogs, pasa lo mismo con Twitter.

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