"The control is over, it's lost forever" (El control terminó, se perdió para siempre) sugirió Jeff Jarvis en la 140conf, la semana pasada. Jarvis realizó un interesante recorrido sobre los métodos de participación que los medios de comunicación tradicionales utilizan en la red y soltó una frase polémica:
"Yo defendí los comentarios durante años. Pero el problema es que los comentarios son muy frecuentemente las voces de imbéciles."
Desde hace tiempo existe una discusión respecto a los comentarios. Internet reflota otro dilema ¿qué hacemos al respecto? Jarvis empuja, expone al dilema para demostrar una postura cautivadora:
"La interactividad 2.0 eran los comentarios. Lainteractividad 3.0 es lo que hoy vemos. Es relación y colaboración."
Pero la discusión no es tan dual como le gustaría a ese sector del mundo tech tan partidario de las dicotomías.
(1) Los comentarios no son intrísecamente malos. Relegar la participación sólo a los comentarios, si. Hay que construir la percepción de una comunidad dentro y fuera del cerco propio. Algo nada simple. Trackbacks y pingbacks expanden el debate. Jarvis también propone Facebook, Google Buzz o Twitter, dónde la identidad está más expuesta. Ahora bien, tampoco suena astuto abandonar los comentarios a merced de un tercero. En palabras de Dave Winer: "La única plataforma por la que apostar es una plataforma sin vendedor". Integración no implica sumisión. Las instituciones periodísticas tradicionales con presencia en línea deberían aspirar a ser una tribuna dónde las ideas circulan para ser curadas, remixadas, compartidas.
(2) ¿En los comentarios hay insultos y estulticias? Hay que buscar métodos de filtración. Cómo sostiene Clay Shirky: "no hay sobrecarga de información, los filtros fallan". Curar contenidos. Curar comentarios. Alguien podría argumentar que existen impedimentos económicos. Ahora ¿estamos haciendo todo lo técnicamente posible para filtrar, educar y moldear a las comunidades? ¿Pensamos como lector? Va un ejemplo: sabemos lo molesto de USAR MAYÚSCULAS compulsivamente. Alguien utiliza un script simple que:
(a) alerte claramente al usuario que está usando mayúscula, que explique que eso implica gritar y que los alaridos no suman;
(b) si el usuario insiste, bajarle el tono. ¡Vamos! Algo de javagetLockingKeyState
y CSStext-transformation:lowercase
.
(c) ¡Listo! Mil disculpas, son las relgas de la casa.
Otro ejemplo es la irrelevancia de los comentarios. ¿Por qué podemos filtrar los comentarios "inadecuados" y no filtrar los "irrelevantes"? No eliminarlos, relegarlos. Tampoco sirve atacar al anonimato, la reputación es medible incluso entre desconocidos.
(3) Existe una relación entre calidad del artículo y calidad de comentarios. La producción de discurso continúa siendo un proceso cerrado. Prácticas antiguas. De ese modo terminamos construyendo, como dice Jarvis "una pared a la que la gente sólo le puede gritar". Cuando una nota cuenta con una producción excepcional que excede el mero cable –una rareza– la prioridad para comentarla debería ser de quiénes, mediante algún sistema de reputación, hayan ganado ese derecho. Incentivos. Porque el usuario que realmente pone esfuerzo en participar recibe a cambio de su tiempo frustración: sus esfuerzos no son premiados, ningún redactor participa del diálogo, los trolls y otros sujetos adictos a la catarsis son superiores en cantidad y así... Dado que estamos en una economía de atención hay que pensar usuario frustrado no atiende. Existe un riesgo: si la producción de un artículo está supeditado exclusivamente a la repercusión aterrizamos en el planeta Tinelli; ese universo de fundamentalistas del rating.
¿Y para qué hacer todo esto? Dos tendencias emergen en el periodismo digital: las hyper local news y las hyper personal news. Ambas necesitan una comunidad sólida dónde los trolls perezcan enterrados bajo toneladas de comentarios significativos; dónde cada elemento comuntario acompañe a los usuarios hacia una participación fértil.
Los procesos de significación a los que estamos expuestos son recientes y complejos. Las dicotomías simplistas –tipo comentarios si o no– constituyen una solución mentirosa. Como dice Jonathan Zittrain: "Internet no es un sustantivo, es un verbo".
Por Nch Román. Periodista freelance. Adicto al Nesquik. Radicado en Londres. No ostenta títulos dudosos tipo sacerdote 2.0 :P