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Por Santiago Pochat. Yo culpo al cansancio, la ignominia de algunos y la ignorancia del resto. De qué? Los culpo de no entender la imperfecta división que genera Internet como ecosistema, como plataforma y como órgano vivo representativo de nuestra evolución absolutamente anti-natural de nuestros derechos percibidos y adquiridos.

La libertad, por definición y por principio debería ser lo más abarcativa posible (N. del E: Digo posible porque no todos son libres en las sociedades más libres aunque nos guste creer que si) Estamos sujetos a varios factores que limitan nuestras libertades que son usualmente obviados por ser poco relevantes a la discusión final y que tienen que ver con terceras partes que la afectan. Parte de este problema proviene de la desnaturalización del mundo online. Estamos convencidos de que las reglas y convenciones aplicables al mundo offline no corren ni cuentan, que el anonimato y las amenazas vacias, las opiniones vagas y poco informadas y hasta la estupidez mágica que nos rodea es posible porque en este mundo se puede todo. Es un mundo donde los voceros de las compañías ultimamente son quinceañeros (no literalmente, crítico online) o tarados que les cuesta entender su rol en el negocio de su cliente.

Esto es culpa nuestra también, porque les damos valor y validez a otra persona que es exactamente como nosotros. Parte de una discusión productiva y valiosa (porque si se puede) que tuve ayer con @amartino y @nchnone giraba alrededor de quien es el dueño de la pelota en cuanto a los ecosistemas que hemos generado por partes iguales con las compañías que reinventaron la socialización de manera virtual llamese Twitter o Facebook. Mi argumento, a pesar de reconocer el problema de que el dueño de la granja es libre de echar a cualquier peón a quien le ha asignado tierras, es que no reconocemos al dueño como tal. El mito de la colaboración en masa, mitológico porque a pesar de la masividad de internet incluso los sitios mas grandes estan dirigidos por un puñado proporcional de personas, nunca dejará de serlo. Somos parte del mismo y lo alimentamos como tal sin dar un paso atrás para encontrarnos y reconocer nuestro lugar.

¿Cuántos se quejan cuando se cae Twitter, pierden sus mails en Gmail o Facebook hace un cambio de diseño? Parte de ser dueño de la casa es la libertad y cuasi obligación de imponer tus propias reglas, en beneficio de tu hogar y quienes la habitan, usualmente en perjuicio de los invitados que no saben bien que esta pasando. La mayoría de la infraestructura comunicacional de el usuario promedio de Internet depende de servicios gratuitos y por ende sujetos a condiciones reciprocas en cuanto a los derechos que uno tiene sobre el servicio, la información que transmite a través de el e incluso tu nombre, teléfono y dirección. Básicamente no tenemos derechos sobre algo que no nos pertenece. Do you agree to the terms and conditions? Claro.

Hay una palabra que de hecho no se si tiene traducción, sabrán disculpar mi ignorancia, desde el inglés que es "entitlement". Básicamente es un término que describe una sensación de propiedad sobre algo o alguien incluso cuando no es real ni factible. Eso nos pasa, que ciegos somos, creer que algo nos pertenece por uso y abuso mientras nosotros les pertenecemos a ellos.

Una última reflexión, el ciclo del despotismo online sigue la lógica real, ya que, como argumenté anteriormente está en el mundo real por ende me hace pensar que esto que escribió Mariano ayer va a tono con esta cita de George Orwell:

There is something wrong with a regime that requires a pyramid of corpses every few years.

Nos encontramos en las puertas de una nueva disgresión, que hacemos, retrocedemos o nos perdemos?

Post escrito por Santiago Pochat que se aburrió de escribir en The Collective Issue (su blog en inglés) y grita esporádicamente cosas elocuentes en Twitter como @sapochat

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