Sobre aplicaciones y tumbas

Por Lourdes Serrano. Las aplicaciones estrellas de hoy (porque quién sabe que puede aparecer mañana) son con las que podemos decir, donde estamos y que nos gusta ver en la televisión como en el cine. Además hace un par de días, pude ser parte de un streaming live aficionado experimental con Mixlr, donde cualquiera de nosotros con gusto por la música y un puño de amigos puede poner al aire por una hora un programa de “radioweb”.

Estas aplicaciones son un reflejo de la era en la que vivimos: el yoyismo total. Si bien parecería que es sumamente egoísta hablar el dia entero de lo que hago, a donde voy, que veo, que compro y que los demás tengan que saberlo porque es de lo único que hablo, realmente es lo opuesto: me interesa compartir con los demás mi vida (y lo que no quiera, lo envio por inbox !)

Recuerdo esos tiempos cuando no teníamos celulares (ni pensar en los smartphones!) y saber donde estaban mis amigas era una odisea total, toda su familia terminaba enterándose que yo las buscaba, menos ellas. Hoy, cuando necesito verme con alguien, reviso su geolocalización o me envian un twiit. Simple, rápido y fácil.

Esas épocas cuando al salir del cine moría por comentar la película que tanto me había gustado (u odiado) y teníamos que ponernos deacuerdo , cuando,como y donde reunirnos, para terminar dándome cuenta, que mitad no la vio y la otra no le interesó. Hoy puedo hacer esto libremente con personas con las cuales tengo gustos en común, discutir hasta del detalle más trivial porque la red me permite tener contacto con este nicho.

No quiero decir que he reemplazado el mundo real por el virtual, porque veo a mis amigas cada tanto,compartimos tiempo juntas, aunque hablemos de cosas totalmente diferentes y tengamos gustos díspares. Pero es agradable y sencillo, entrar a mi aplicación favorita y comentar sobre la serie que estoy viendo sin tener que pasar por todo el convencionalismo social.

La red me ha convertido en una persona mucho más humana: hoy se lo que pasa al otro lado del mundo inmediatamente; sé las reacciones y las acciones de aquellas personas involucradas en situaciones desastrozas, hermosas o terribles, y me siento parte de cada una de ellas; tengo la oportunidad de compartir alegrías y tristezas con desconocidos que su vez se vuelven parte de mi vida, aunque sea por unos minutos.

Apesar de esto, siempre existen comentarios repudiando que ponga fotos de lo que voy a cenar o del lugar a donde voy; aún recibo comentarios sobre mi “alienación” a las redes sociales y mi supuesta ignorancia a lo que sucede en el mundo real ( cuando es el absoluto contrario!).

Gracias a estas “endemoniadas redes” durante mis años de exilio voluntario ( estudiando casi todo el tiempo entre México, Argentina y Uruguay) pude mantener contacto frecuente con mi familia; vi a mis amigos convertirse en esposos, esposas, madres, tías, divorciadas, separados y crecer a los que deje infantes; logré cultivas amistades virtuales que pasaron a ser reales y hoy, son las más importantes en mi vida.

Compartir lo que me sucede a diario con Twiiter, Facebook, Foursquare o cualquier otra aplicación, es una necesidad implicita en mi relación con las personas que están en la red, las conozca o no en el mundo real: es la forma de humanizar las relaciones sociales que muchas veces se ven infectadas por lo “socialmente correcto”.

Internet es el antídoto a la indiferencia, y eso me hace más adicta aún.

Por Lourdes Serrano Chef Patissiere y aprendiz de geek, mientras manejo mi negocio Coffee Break.

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