Entrepregroupies, accelerator whores y Steve Jobs de maceta.

Recuerdo un desayuno de hace pocos días con un entrepreneur en serio. No tiene muchos éxitos impresionantes detrás: uno muy grande, algunos otros más chicos. Pero es un tipo que labura. Mientras mojaba la medialuna en el café con leche, le pregunté:

  • ¿Pforgué te pfhae´ce gue hay tan'o upi eos empfene'er?
  • ¿Qué decís?- me repreguntó con mucha lógica.

Primero tragué la medialuna que tenía en la boca, y ahí sí, fui por mi segundo intento:

  • ¿Por qué te parece que hay tantos groupies de los entrepreneurs?
  • No sé- me dijo encogiéndose de hombros mientras jugaba con un montoncito de azucar que había caído del sobre-. Tal vez sea la fama, la sensación de pertencer, pero realmente no tengo la más remota idea. Sólo sé que hay mucha, pero muchísima gente que la encanta salir en la foto y no tengo idea del por qué.

Después seguimos hablando de otros bueyes digitales perdidos, pero el tema me quedó en la cabeza por un tiempo largo. Por eso es que, aprovechando la gentil invitación de Don Amartino a esta tribuna de doctrina tecnológica que es Denken Über, me pareció que era un gran tema para charlar en un post: ¿por qué hay tantos groupies de entrepreneur o para hacerlo más corto, entrepregroupies? ¿por qué hay una fascinación con aquel no que creó una empresa, sino con aquel que creó una empresa de un tema cool y luego la vendió?

Imaginemos, por ejemplo, al un entrepreneur como el señor Alfredo Coto. Porque no nos engañemos: Coto es un gran entrepreneur, pero lo más "lean" que conoció es uno de los lomos que se vendían en sus carnicerías. Y nadie le canta loas a Don Coto. Nadie lo invita a que de charlas sobre liderazgo, metodologías A/B o de creatividad combinatoria. Don Coto no es material de entrepregroupie. Sin embargo, hipsters que compiten a ver quién tiene el marco de anteojos más ancho o los pantalones más achupinados, están en las primeras filas del ecosistema, repartiendo maná intelectual en algunos casos, recibiéndolo en otros.

Por más que le de vuelta a la cosa, no le encuentro respuesta salvo una: los argentinos -y me incluyo- amamos "al que se salva". El entrepreneur no es visto como un laburante, es visto como un tipo "que la pegó", "que está hecho" o cualquiera de las expresiones que mas les gusten. En resumen: es como si a través de su inteligencia, hubiera logrado que el Quini saliera con el número que había comprado esa misma tarde. No admiramos su perseverancia o esfuerzo: admiramos "cómo la levantó". Y como somos argentinos y no tenemos fé en el futuro, en el concepto de sueño americano o que con el trabajo duro finalmente conseguiremos el fruto de nuestros esfuerzos (el país nos ha dado ejemplos sobrados como para desconfiar, por otra parte), el concepto de "salvarse" es como un faro que nos guía a la próxima conferencia donde, con stickers con nuestros nombres  y nuestros handlers de Twitter, repartiremos tarjetas de nuestro emprendimiento que nunca salió de nuestra cabeza.

Pero dentro de los entrepregroupies, existe otra categoría especial: el accelerator whore. Supongo que saben de qué les hablo: como si fueran una meretriz digital, el accelerator whore va pasando de aceleradora en aceleradora. Jamás factura. Jamás arma un modelo de negocio con alguna lógica. Pero una vez que la aceleradora A pisó el palito, la B ya se siente más confiada para entrar, lo que hace que la C entre seguro. Y con A, B y C adentro ¿cómo se va a quedar D afuera?  Y así es cómo existen emprendimientos digitales que jamás han facturado un peso, no tienen un cliente, pero hace varios años que sobreviven gracias a la generosidad de las incubadoras que, por alguna razón, deciden apostar sólo porque el vecino también lo hizo,

Yo no soy entrepreneur: soy empleado y siempre lo fui. Tal vez por eso es que nunca me sentí parte del ecosistema. Soy amigo de algunos entrepreneurs, pero me caían bien de entrada y al tiempo me enteré que eran fundadores de empresas. También soy amigo de gente que intentó muchas veces y -con un empuje nuclear- volvió a intentar de nuevo.

En definitiva: ¿y vos qué hiciste? me dirán los entrepregoupies. Y mi respuesta es honesta: en verdad, no hice nada.

Pero tampoco hago papelones.

Por Ramiro Fernandez, Senior Director of Digital Media for MTV Latin America. Condenado a ser un early adopter; a quien pueden encontrar y deben seguir en @ramirofv

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