Inevitablemente humanos

Últimamente me paso mas tiempo analizando la realidad objetiva de el trabajo que se hace online que el trabajo en si. El descubrimiento, casi mágico debería agregar, de como todo depende del contexto en el cual se interpreta y recibe es la primera señal de alarma de que el proverbial “deus ex machina” es una realidad que tiene como deuda pendiente

El ser humano, como ser social, depende de estas interacciones para funcionar como tal. Nuestra percepción global del mundo que nos rodea, por lo tanto, es menos abarcativa de lo que nosotros queremos creer realmente. Este es nuestro primer obstáculo, somos más limitados de lo que creemos. Es parte de nuestra naturaleza, dar por sentado que hay un mundo afuera aún cuando no nos aceptamos como parte integral y relevante del mismo.

Nuestro “club”, se ha transformado en un monstruo enorme, en millones de pasillos y puertas con gente detrás que es real, de carne y hueso, listas para interactuar de la misma manera que esa profesora universitaria que le mostró el escote a mi abuelo una tarde de hace como 60 años. Saludemos a todos los avatares mentirosos. La única conclusión lógica es que nuestra digresión pasa por esa percepción de nuestra violenta potencialidad online. Estamos todos conectados, siempre, en todos lados.

Aquí nace una segunda tangente a nuestro problema principal, que como siempre, dará el resultado “somos todos idiotas y necesitamos que nos exterminen unos aliens”. Toda esa información que producimos, alguien más la está masticando y digiriendo de una manera radicalmente distinta, sólo porque la compartimos. Ya estamos cambiando los sinónimos de las cosas, en donde compartir es producir y producir es compartir. Sin duda estamos un tanto confundidos, ya que no vemos nuestra propia “influencia” sobre el contenido, influencia que es cruel y absolutamente radical. Las cosas cambian según el contexto y el manejo de la información. El cambio es inevitable.

Siendo nosotros el propio origen de lo anteriormente expuesto,  busco entender algo que me resulta inexplicable: nuestra fascinación con nosotros mismos, que a esta altura se ha expuesto como inagotable. Lo único que ha hecho por nosotros esta revolución “social” es terminar de desconectar el enchufe. Hemos generado una especie de limbo genérico, en donde yo soy más importante que el que viene atrás mío, y sucesivamente hasta que explote el último servidor.Esta desconexión no nos permite ver mas allá de nuestra esfera de percepción, “si no te sigo no existes” es el nuevo “ojos que no ven, corazón que no siente”.

Y créanme, nunca fue tan real; ¿Cuántos se han cansado de verse envueltos en discursos ridículos, frases prefabricadas y peleas que, como guerras que duran millones de años, pierden el sentido después de dos tweets? Ignorados por famosos y rechazados por tantos otros. Somos un acto fallido con una potencialidad enorme de convertirnos en gigantes.

Peor aún, nos desgarramos las vestiduras por catalogarnos y volvernos mensurables en algo que nunca lo fue ni será, ya que es un concepto tan humano e irracional como el tiempo en sí. Retweets! Reblogs! Likes! Que la tierra gire no significa que pase el tiempo, tanto como que yo hable significa que a alguien le importe, menos significa que le podemos poner un disfraz de reloj a esa lista buenísima en donde te mencionan como un súper mesías, que viene a salvar al “social media” (ya que estamos agarrémoslo con pinzas).

Basta de generar relevancia con ignorancia.

Somos ignorantes, no por definición sino por elección y naturaleza. Nos hemos sobre extendido mas allá de nuestro alcance natural. Creemos que nuestra capacidad es infinita, porque hemos generado una manera de visualizar la extensión de nuestra potencialidad, y eso no ha hecho mas que generar idiotas que creen estar en todos lados. Empezando por los idiotas, los gurúes de la era 2.0 y terminando por quien les habla.

Mi nombre es Santiago Pochat y no soy tan importante.

Post escrito por Santiago Pochat que desarrolla aún más lo expuesto aquí en The Collective Issue (su blog en inglés) o esporádicamente en Twitter como @sapochat

7 opiniones en “Inevitablemente humanos”

  1. Excelente. Una claridad y una honestidad que muchos leeran y afirmaran pero que poco podran entender. Genial!

    Felicitaciones por estas palabras!

  2. Muy buena reflexión. El que hace silencio en la era de la conversación está muerto: mejor espetar sandeces. No era para tanto… Esto no es un comentario… :P

  3. Bueno, ya Sócrates se dio cuenta de lo ignorantes que somos los seres humanos hace más de 2.400 años y con las nuevas tecnologías la situación no necesariamente es diferente, pues es claro que si ingresamos datos sin sentido sólo obtendremos datos igualmente sin sentido (Garbage In, Garbage Out). Obviamente, las redes virtuales podrían ayudarnos a practicar el diálogo y la argumentación para llegar al conocimiento, como hubiera tratado de hacerlo el propio Sócrates, pero la propia velocidad con la que actualmente se mueve la información hace que estemos saltando de un debate a otro sin que nos tomemos el tiempo para llegar a buenas conclusiones.

    Información no es lo mismo que conocimiento y nada ganamos con leer 200 noticias diarias sobre diferentes temas si luego no recordamos casi nada. Al conocimiento sólo se llega cuando estudiamos detenidamente la información, la relacionamos de manera significativa con otros elementos que ya tenemos en nuestro cerebro y somos capaces de explicarla a profundidad y reelaborarla. Más nos valdría pensar qué es lo que queremos aprender, leer unos cuantos buenos sitios especializados en los pocos temas que deseemos profundizar, someter nuestras ideas a los cuestionamientos ajenos y aprender poco a poco entre todos en base a un diálogo igualitario y sustentado en argumentaciones fundamentadas. Sin embargo, pese a las impresionantes herramientas de las que disponemos actualmente, todavía estamos lejos de saber usarlas para alcanzar la necesaria sabiduría que nos permita tener un mundo mejor para todos.

  4. Antes de ver la firma pensé que Mariano se había fumado uno…
    Santiago: con gusto escucharemos detalles acerca de la exhibición de escote a la que asistió tu ancestro.

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